Está claro, según nos lo hace ver
Anusca Ferrari en el vídeo, que el modelo DigComp es tan amplio que cualquiera
se puede mirar en él para ver las características de esa competencia en
cuestión. Así mismo, también advierte en su conferencia, de la necesidad de
tener una actitud activa, una cierta capacidad de transferirla a otros
contextos y, por último, una disposición crítica ante la tecnología.
En cuanto a la relación de
nuestra actividad con el modelo, además de mencionar la ética del docente en el
vídeo, creo que encaja como un guante en nuestro trabajo. Conocimiento
(información) que debemos buscar y ayudar a nuestros alumnos a buscar, evaluar
y ayudar a evaluarse … Comunicación que podemos compartir y animar a compartir
(otros alumnos, familias, barrio…)… Crear nuestro propio contenido integrando y
reelaborando otros materiales y aconsejando a los alumnos a integrar lo que
saben con lo que otros ya saben… Identificando los problemas de seguridad,
recomendando que lean, aunque sea por encima, las condiciones de uso… Buscando
la tecnología que provoque un cambio a mejor o esperar a que sean los alumnos
quienes nos aconsejen qué emplear en cada caso…
Ya he mencionado arriba la
predisposición al modelo de competencias y quiero hacer una reflexión sobre
ellos. Las tres me parecen fundamentales y, a su vez, me provocan cierta
inquietud. Sólo me atrevo a reflexionar sobre la primera de ellas. Quizás pueda
hacerlo sobre las otras dos al final del curso.
La actitud activa ante la
tecnología es primordial. Todos tenemos la experiencia de compañeros a los que
les da pavor la tecnología. Creo que se sienten obligados más por el
entorno (el caso de llenar unos armarios con ordenadores es un ejemplo) que por
la propia tecnología. Sienten la obligación de emplearlos porque están ahí…
pero no se preguntan por qué lo están.
Si nos preguntamos el por qué, no
tenemos más remedio conocer más a fondo la tecnología… y a medida que nos
adentramos más, se amplifican las posibilidades que tenemos para emplearlas y
darnos cuenta de los riesgos que pueden entrañar y las oportunidades que nos
brindan.
Ante este panorama, ilusionante
(por lo que podemos llegar a conocer) e inquietante (por lo que no llegaremos
–no abarcaremos- a saber), el docente debe estar constantemente preparado para
vivir en esa dualidad. Una especie de docente beta. Un docente en modo a prueba
de fallos (eso sí, con funciones de red).
No me queda claro después de haber
visto el vídeo, si deberíamos ser como la chica que baila o como el camarero que sirve en el local. No lo sé. Aún no lo tengo claro.
Puedes visitar el artefacto digital que he creado para esta reflexión.
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